Hay películas que se olvidan apenas verlas, lo que no es una señal de mediocridad, simplemente es una medida de lo trascendentales que resultan en la memoria del espectador.
 
Uno sale de la sala y 20 minutos después pregunta "¿qué fue lo que vimos hoy?", son películas que difícilmente se convertirán en clásicos, aunque mientras están en cartelera llenen salas y nos saquen risas o gritos de miedo o júbilo por las secuencias de acción.
 
De igual forma hay películas que llegan a nosotros gracias a la piratería, valga una defensa de los comerciantes al menudeo, nunca un distribuidor se arriesgaría a traerlas y jamás podremos verlas en los canales de cable, es solo ese flujo que permiten los mercados negros – ahora también en internet, mejor, perseguidos también en internet - el que nos permite conocer trabajos  como "otra tierra" restringida en su origen a circuitos locales estadounidenses y a festivales especializados. 
 
 
La postal, cruda y bella, se encuentra perfectamente representada en la melodía sacada hábilmente al serrucho,  para presentar la historia el autor toma como excusa el hallazgo de un planeta hipersimétrico al nuestro, usamos la hipersimetría sin rigurosidad general, lo supimos luego al investigar las teorías que menciona la película.
 
Es una historia de redención,  culpa y sacrificio donde personas creíbles construyen una relación que retrata de manera demoledora la naturaleza humana. Los recursos técnicos son bien utilizados y muestran una progresividad que ayuda a creer en la historia y los personajes logran no ser juzgados por sus errores sino por el carácter con que enfrentan sus trágicas existencias.
 
Una poderosa historia, excelentes actuaciones, ritmo y dos tierras conforman la película que sin duda arrancará pensamientos tristes, esperanzas y aplausos a los que logren verla.